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Ser Madre Sin Dejar de Ser Mujer

Ser madre implica realizar grandes y constantes transformaciones en la vida de toda mujer que ostenta ese título; el reto también está en no olvidarse de sí misma en el proceso. Todas podemos ser grandes madres, sin negar, abandonar ni sacrificar nuestra esencia primaria: la de mujer.

Ser madre sin dejar de ser mujer es, sin duda, una combinación difícil para una esposa, sobre todo cuando tiene el primer hijo. Si eres esposa y ya eres madre, te has preguntado alguna vez: ¿Qué aspecto de tu vida debe ser el primero? Igual puede suceder si eres madre soltera; entonces, la realidad o las circunstancias pueden llevarte a concentrarlo todo en la amorosa responsabilidad y olvidarte de todo lo demás.

Lo cierto es que más allá de la definición biológica, ser mujer implica ser la persona que siempre has sido, la que te gusta y que tiene ambiciones por ser mejor: la que te gustaría ser; implica desarrollarse en cualquier ámbito de la vida (físico, emocional, espiritual, profesional, familiar y sexual) para alcanzar la plenitud.

Ser consciente de ello es el primer paso y el más importante para comprender cada rol, incluido el de madre, y darle el puesto y manejo ideal en favor del equilibrio personal. 

Ser madre y el papel de la sociedad en los roles de género

Ser madre es una experiencia hermosa, pero no debe significar la renuncia de la esencia de ser mujer.

Se dice popularmente que ser madre es una gran bendición, pues participar tan entrañablemente en el proceso de creación de una nueva vida es simplemente milagroso. No obstante, en el ejercicio, también es una labor que exige gran dedicación pues esa nueva vida depende totalmente de su madre para sobrevivir.

De hecho, cuando una mujer es madre sus preocupaciones se multiplican por dos, así como sus tareas y encargos, los tiempos se hacen más cortos y debe ser más eficiente, aumenta el nivel de ansiedad por ofrecer el mejor de los cuidados a su hijo, todo, en medio de un corazón feliz y un cuerpo cansado que puede olvidar sus propias necesidades, hasta las más simples.

Y todo, también, bajo la lupa social.

Frente al papel de las madres, la sociedad suele ejercer una excesiva presión sobre lo que deben ser y cómo deben ser. La perspectiva de género que ha creado e impuesto a las mujeres a través de los siglos se simplifica en: “Primero, los hijos; segundo, la pareja; y tercero, tú”.

En el papel de madre eso significa que la mujer debe sacrificar sus metas, deseos y tiempo para cumplir con el rol que la sociedad ha marcado como el “deber ser” de una madre; en otras palabras, invierte el orden de ser mujer y madre a madre y después mujer, pone como valor supremo ‘el sacrificio’.

La idea es que solo se es buena madre si se sacrifica a la mujer, y no lo es si dedica más o igual tiempo y atención a otras actividades o a su cuidado propio; hay la idea que no puede ser una mujer exitosa si tiene hijos y trabaja porque los descuida, y pasa casi siempre que cuando renuncia a su proyección personal, nadie reconoce sus pérdidas vitales: la de sus libertades, principalmente. 

Tú ¿De qué lado estás?

Involucrar a tu pareja en el cuidado y crianza de los hijos te libera tareas y fortalece los lazos de familia.

Pregúntate: ¿Cuándo fue la última vez que dediqué tiempo para hacer deporte, dormir una siesta o salir con mi pareja a solas? Si tu respuesta no tiene una fecha concreta, entonces estás olvidándote de ti y de tu bienestar.

Es importante recordar que aplazar o abortar planes, que negarse a tener espacios de tranquilidad, esparcimiento o de crecimiento y desarrollo personal -o permitir que terceros los condicionen o los impidan cualquiera que ellos sean-, puede convertir la vida, en una de dependencias en el que la realización se hará esquiva.

Lo segundo es que, en efecto, muchas son las necesidades que ni los hijos ni la pareja pueden satisfacer totalmente y que es deber -para proteger o para recuperar el derecho a cubrirlas- delegar tareas y ceder algunas responsabilidades, sin carga ni remordimiento y comprendiendo que las conductas salvadoras o rescatistas sobre otros, y en extremo, no edifican.

Conciliar tus obligaciones, buscar apoyo en tu pareja, familiares y amigos para hacerle frente a los retos de la maternidad, en lugar de sacrificarte totalmente, puede ser una alternativa. Hacer consciente a la pareja, que la crianza es tema de dos, también es importante. 

No olvides que para ser mejor madre debes empezar por cuidar de ti misma y que una gran lección de amor propio, para los hijos, es precisamente tenerlo y demostrarlo con el ejemplo. El amor debe nacer de una fuente sana y no se puede dar a quienes amamos lo que no se tiene.

¿Cómo ser madre sin dejar de ser mujer?

Dedicarte tiempo es un deber con tu salud física y emocional, y es más que necesario en medio de tu rol de madre
 No solo de los hijos, también la pareja merece y necesita cuidado y atención; se trata de mantener fuerte ese pilar de dos para que todo fluya mejor.
  • Aparta tiempo para ti: Aunque tengas miles de actividades por hacer, organiza tus horarios. No necesitas desaparecer por horas para darte un respiro. De hecho, puedes planificar unos 15 20 minutos diarios para ti sola y caminar, leer, meditar. Puedes trabajar también en hacer respiraciones profundas y conectarte contigo misma. Es poco tiempo, pero te hará sentir mejor.
  • Cuida tu relación de pareja: Cuando se tiene pareja, compañero o esposo, la relación va evolucionando, puede cambiar en muchos sentidos, y más con la llegada de un bebé. Aunque es verdad que los hijos -especialmente los pequeños- necesitan tiempo y atención, la pareja también y caer en el descuido de alimentar el amor a diario puede terminar por afectar seriamente la relación y la construcción de hogar. La unión con tu pareja puede mantenerse -si se cuida- a través de los años, incluso cuando tu hijo crezca y finalmente se independice; la pareja es la llamada a acompañar los días en todas las etapas y que mejor que procurar también que sea feliz.
  • Cuida tu físico: Cuidar de tu cuerpo siempre te hará sentir más saludable, con más energía y mental y emocionalmente, mucho mejor. Puedes hacerlo a tu propio ritmo y tiempos, apartando momentos para ejercitarte, consumiendo alimentos ricos en fibra, vegetales y frutas -y evitando los alimentos procesados y bebidas azucaradas- y visitando regularmente al médico para chequearte.
  • Recupera un pasatiempo: ¿Recuerdas que era lo que más te gustaba hacer, antes de ser madre? Todos tenemos un pasatiempo que nos distrae, nos relaja y que disfrutamos como nada, así que bien vale la pena retomarlo. Ir al gimnasio, disfrutar de una serie de televisión, compartir con amigos, hacer yoga, cantar, tocar algún instrumento o incluso un baño relajante, son buenas opciones.

Dedicarte tiempo te permitirá guardar el equilibrio para ser madre sin dejar de ser mujer. Nadie es perfecto, y si notaste que debes trabajar en ti misma, toma la iniciativa y haz lo que esté en tus manos para mejorar. ¡Tu bienestar es lo más importante!

Fuente y adaptación: https://mejorconsalud.as.com/ser-madre-sin-dejar-de-ser-mujer/

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